lunes, 22 de diciembre de 2014

miércoles, 2 de julio de 2014

DISCURSO DE ORDEN DEL R:. H:. HERNANDO CARPIO MONTOYA EL 27.06.14

DISCURSO DE ORDEN
TENIDA SOLEMNE DEL SOLSTICIO DE INVIERNO
LIMA, 27 DE JUNIO DE 2014

SERENÍSIMA GRAN LOGIA DEL RITO ESCOCÉS ANTIGUO Y ACEPTADO DEL PERÚ.

Respetados y queridos hermanos:
Lo primero que debo hacer antes de dirigiros estas palabras es agradecer al Serenísimo Gran Maestro y a la Gran Logia por el honor conferido en solicitarme que prepare el discurso de orden para esta importante fecha; no olvidemos que los masones en el rito Escocés Antiguo y Aceptado, iniciamos el año masónico en el Solsticio de Junio y tenemos a San Juan Bautista como su patrono, mientras que  en el Rito de York se inicia el año masónico en el Solsticio de Diciembre y tienen como patrono a San Juan Evangelista y durante estas fechas se renuevan los cargos  de dignidades y oficiales en dichos ritos.

Así, aún está fresca en nuestra retina las imágenes de la ceremonia del pasado viernes, donde renovamos los cuadros logiales de Arca de Noé N° 8, Delfos Nº 3 y Wolfgang Amadeus Mozart Nº 9; y con la tenida de hoy, empezamos con nuevos bríos, el año masónico que tenemos por delante.

Sobre los solsticios y la masonería queridos hermanos,hay muchísima información disponible, hay libros, monografías y trabajos de otras logias publicadas en internet. Las explicaciones astronómicas y esotéricas son abundantes, y los temas derivados, también, tanto así que podemos perdernos en las explicaciones y significados directos e indirectos. La historia alrededor de estas fechas es muy rica en tradiciones y conocimientos transmitidos desde tiempo inmemoriales, por ello he realizado un pequeño resumen de los temas que consideré más relevantes para la ocasión y para la logia, tomados de algunos trabajos realizados por otros hermanos, los cuales he utilizados como referencia, a los que he incluido mi aporte personal.
Mirando desde la Tierra, hacia el universo, el Sol además de su diario camino del día a  la noche, tiene otro modo de moverse, viaja de Sur a Norte, y viceversa. Así, el 21 de diciembre, el Sol cae a plomo sobre el trópico de Capricornio en el hemisferio sur,  es el solsticio y comienzo del verano, cuando los días son más largos que las noches. Luego, inicia el rumbo hacia el norte, y el 21 de junio cae a plomo sobre el trópico de Cáncer, es el solsticio y comienzo del verano en el hemisferio norte y el invierno en nuestro hemisferio. De allí reinicia nuevamente su viaje hacia el Ecuador, cruzándolo el 21 de setiembre, para terminar el 21 de diciembre nuevamente sobre el trópico de Capricornio.
En Astronomía, un Solsticio es cualquiera de los dos puntos de la eclíptica en los que el sol está en el punto más alejado del ecuador celeste. Para el hemisferio norte, el solsticio, llamado solsticio de invierno, tiene lugar como ya dijimos el 21 de diciembre. Para los habitantes del hemisferio sur la situación se invierte, el solsticio de invierno lo celebramos el 21 de junio. No olvidemos que el termino solsticio significa Sol inmóvil, pues en esos momentos el Sol cambia muy poco su declinación de un día a otro y parece permanecer inmóvil en un lugar al norte o al sur del ecuador celeste, es el momento cuando termina su carrera de sur a norte o de norte a sur,  ya ha dejado de ir, pero aún no ha empezado a volver, cuando el astro rey parece estar quieto.
Los trópicos se denominan así porque es allí donde el sol simula ejecutar un tropos, palabra que significa giro, vuelta, allí da vuelta y regresa por el camino que vino.
A partir del 21 de marzo, el sol parece recorrer hacia atrás todos los astros que forman el Zodiaco, y es el tercer movimiento del sol. Por eso las antiguas culturas observaban el horizonte oriental al alba y sabían cuáles eran las estrellas que nacían o aparecían antes que el Sol, conocían de ese modo, con gran exactitud en qué época del año se encontraban y cuáles eran las estaciones. No necesitaban calendarios, lo tenían en las estrellas.
Por herencia recibida de los miembros de las organizaciones de oficio, que, tradicionalmente, acostumbraban conmemorar los solsticios, esa práctica llegó à la Masonería moderna, pero ya sazonada por la influencia de la Iglesia sobre las logias operativas. Como las fechas de los dos solsticios son 21 de Junio y 21 de Diciembre, muy próximas a las fechas conmemorativas de San Juan Bautista --- 24 de junio --- y de San Juan Evangelista --- 27 de Diciembre --- ellas finalmente se confundieron con éstas, entre los masones operativos, llegando así a la actualidad. Hoy, la instalación de los Grandes-Maestros de las Obediencias y de los Venerables Maestros de las Logias se realiza el 24 de Junio, o en una fecha cercana.
Gracias a eso, muchas logias, aunque hubiese un santo protector para cada uno de esos Grupos Profesionales, acabarían adoptando los dos San Juanes como Patronos, haciendo llegar esa costumbre a la moderna Masonería, donde existen, siguiendo la mayoría de los Ritos, las Logias de San Juan, que abren sus trabajos “A la Gloria del Gran Arquitecto del Universo (Dios) y en honor a San Juan, nuestro patrono”, englobando, en ese momento a los dos santos.
En el templo Masónico, esas fechas solsticiales están representadas en un símbolo, que es el Circulo entre Paralelas Verticales y Tangenciales. Este significa que el Sol no transpone los Trópicos, o que sugiere, a los masones, que la consecuencia religiosa del Hombre es inviolable, las paralelas representan los trópicos de Cáncer y de Capricornio y de los dos San Juan.
Tradicionalmente, por medio de la noción de puerta estrecha, como dificultad de ingreso, el masón evoca las puertas solsticiales, estrechos medios de acceso al conocimiento, simbolizados en el círculo cósmico, en el círculo de la vida, en el zodiaco, por el eje Capricornio-Cáncer, ya que Capricornio corresponde, al solsticio de Invierno y Cáncer al de Verano (en el Hemisferio Norte, con su inversión para el Hemisferio Sur). La puerta corresponde al inicio, o al punto ideal de partida, en la elíptica de nuestro planeta, en los calendarios Gregorianos y también en algunos Pre-colombinos, dentro del itinerario Sideral.
El hombre primitivo distinguía la diferencia entre dos épocas, una de frío y una de calor, concepto que inicialmente le sirvió de base para organizar el trabajo agrícola. Gracias a eso es que surgieron los cultos solares, como el Sol siendo proclamado --- como fuente de calor y de luz --- o rey de los cielos; es el soberano del mundo, con influencia marcada sobre todas las religiones y creencias posteriores de la humanidad. Y desde la época de las antiguas civilizaciones, el hombre imaginó los Solsticios como aberturas opuestas del cielo, como puertas, por donde el Sol entraba y salía, al terminar su curso, en cada círculo tropical.
Tradicionalmente, tanto para el mundo oriental, como para el occidental, el solsticio de Cáncer, o de la Esperanza, alusivo a San Juan Bautista (Verano en el hemisferio Norte e Invierno en el hemisferio Sur), es la puerta cruzada por las  almas mortales y por eso es llamada la  Puerta de los Hombres, mientras que el solsticio de Capricornio, o de Reconocimiento, alusivo a San Juan Evangelista (Invierno en el hemisferio Norte y Verano en el hemisferio Sur), y la puerta cruzada por las almas inmortales y por eso, denominada Puerta de los Dioses. Para los antiguos egipcios, el solsticio de Cáncer (Puerta de los Hombres) era consagrado al dios Anúbis; los antiguos griegos lo consagraban al dios Hermes. Anúbis y Hermes eran, en la mitología de esos pueblos, los encargados de conducir las almas al mundo extraterreno.
La importancia de esa representación de las puertas solsticiales puede ser encontrada con el auxilio del simbolismo cristiano, pues, para un masón, las fiestas de los solsticios son, en último análisis, las fiestas de San Juan Bautista y de San Juan Evangelista. Son dos San Juan y allí hay una evidente relación con el dios romano Janus y sus dos caras: el futuro y el pasado, el futuro que debe ser construido a la luz del pasado. Sobre una visión simbólica, los dos se encuentran en un momento de transición, en el fin de un gran año cósmico y el comienzo de uno nuevo, que marca el nacimiento de Jesús: uno anuncia su venida y el otro propaga su palabra.  Fue la semejanza entre las palabras Janus y Juanes (João - Juan, que, en hebreo es Ieho-hannam = gracia de Dios) que facilito el intercambio de Janus pagano por el Juan cristiano, con la finalidad de extirpar una tradición “pagana”, que se chocaba con el cristianismo. Y fue de esta manera que los dos San Juan fueron asociados a los solsticios y presiden las fiestas solsticias. Es famosa por ejemplo en nuestra selva peruana el 24 de junio la fiesta de San Juan.
Para entender mejor el vínculo “Solsticio-Masonería”, algunos masones citan al autor Yáñez Vega (2002) cuando dice: “Así como el calor y la luz solar se ofrecen sin condición alguna a todos los hombres, así los Masones entregamos el trabajo sin esperar recompensa mayor. Trabajamos por el placer que hallamos en la labor realizada y en la creación regenerante, sin alarde ni ostentación. Ayudamos al necesitado y calmamos al sufriente, porque en el compartir nos elevamos por sobre nuestra condición humana. Combatimos la injusticia y despertamos la adormecida conciencia de los hombres, porque los elevados valores humanos son los únicos que tienen cabida en nuestros pensamientos y actos”.

El Sol es un símbolo masónico de suma importancia. La Logia que, entre otros, simboliza también al Universo, con su piso terrenal y su techo celestial. El V:.M:.que ilumina simbólicamente con su Sabiduría todo el Taller, representa al Sol en su nacer. El V:.M:.dirige la  Logia desde su sitial en el Oriente, fuente de la  Luz, al igual que el Sol qué comienza su esplendor desde el Oriente; el Primer Vigilante simboliza al Sol en su ocaso al Occidente y el Segundo Vigilante simboliza al Sol al Mediodía. Siendo la  Naturaleza el marco de acción del Masón y los fenómenos naturales, fuentes de estudio e inspiración, no podía estar la  Orden ajena al fenómeno natural del recorrido elíptico del Astro Rey destacando la coincidencia de que sus puntos más distantes del Ecuador, coinciden con cambios naturales de las dos opuestas Estaciones, el Invierno y el Verano, símbolos también de la contradicción, la dualidad, representados estos opuestos conceptos de pares eternos, en el piso cuadriculado del Taller. El Solsticio de Invierno nos recuerda nuestra propia Iniciación, la Cámara de Reflexión, la Oscuridad. Para el Sol, justamente la detención en el Solsticio de Invierno es, simbólicamente, su propia Cámara de Reflexión, su Cámara de Oscuridad Invernal que, al igual que todos nosotros, que toda la Humanidad, desde esa oscuridad, al preguntarle: Qué es lo que más deseas?, contesta: Quiero ver la Luz, la Luz!.

La masonería, en su intento de entender la realidad profana, comprende y enseña el simbolismo encerrado en este flujo y reflujo del ir y venir del Sol. El Solsticio nos enseña que el Pulido de  la Piedra Bruta, el esfuerzo personal de mejorar nuestra condición humana y crecer intelectualmente, no se produce solamente en un continuo ritmo ascendente; en cierto momento el trabajo cotidiano decae y el ánimo merma. En este momento, el mismo Yáñez Vega (2002) afirma:“…es ahí cuando se halla la fuerza emergente del pensamiento Masónico, el espíritu hecho vigor en la  Cadena Fraternal, que con su fuerza y aliento nos induce a recomenzar  la marcha con renovada vitalidad. Puesto que por encima de nosotros, como permanente ejemplo, se halla la presencia del Sol omnipotente, que irradia calor, fuerza y luz constante, sin discriminación alguna en la entrega de estos valores. De este ejemplo se nutre la  Masonería e induce a sus miembros a seguir una senda de justicia, de amor y de fraternidad, en una armónica conjunción operativa para que las enseñanzas de la  Orden no sean infecundas semillas sin frutos. Unámonos espiritualmente al conjunto de la  Naturaleza y en el simbolismo de esta celebración encontremos renovadas fuerzas para nuestro mejoramiento humano, espiritual e intelectual. Y cada mañana elevemos nuestra mirada al iluminado día sintiendo la felicidad por el hecho de que la vida  continua  en su eterno flujo y especialmente por la existencia de la otra realidad, sensible y espiritual, que los símbolos de  la Masonería permiten descubrir”.

Al celebrar los solsticios, nuestra Orden nos evoca la estrecha relación que existe entre el ser humano y la naturaleza, entre el hombre y el universo. El Sol rige el comportamiento del hombre y su entorno y por eso que en esta fiesta Solsticial celebramos el inicio de una nueva etapa de nuestra vida. Con el Solsticio de Invierno la Naturaleza se prepara para renacer, y con el de Verano germina la semilla que el hombre sembró en aquella tierra fértil que durante el Invierno se dedicó a trabajar.

Es por ello queridos hermanos que los masones hemos elegido estas fechas para el cambio de dignidades y oficiales; por ello la semana pasada en este mismo salón ha juramentado los  V:.M:.y los HH:. 1er y 2do Vig. de las Logias de la Jurisdicción, justamente para renacer junto con la madre naturaleza, para que nuevos aires y nuevas personas tomen las riendas e inicien con la energía y vigor el año masónico.

Estamos pues imitando a la naturaleza en el renacer e iniciando el recorrido hacia los frutos que deben dar el trabajo que hoy empezamos a sembrar.Estamos pues hermanos en tiempos de reflexión, en los que debemos encontrar fuerzas para iniciar un camino de esfuerzo y sacrificio que nos permita fortalecer el trabajo de nuestras logias y seguir el camino del sol ascendente.

RR:.y QQ:.HH:. El Solsticio es también un momento de silencio, recogimiento interior, de reflexión y meditación, para poder mirarnos hacia adentro y mostrarnos tal cual mejor, establecer y mejorar nuestras relaciones de PAZ – ARMONIA – AMOR – HUMILDAD, que nos permitan empezar el camino y continuar con la gran obra.

Confiemos pues en que el G:. A:.D:.U:. permita que la Luz del Oriente, durante este año masónico nos siga ayudando a descubrir, cada día la verdad que buscamos y que su influencia en nuestras vidas, nos guíe hacia esa educación virtuosa, y nos haga más dignos de llamarnos Masones.

Confiamos también en que los masones de todo el Perú, y especialmente los miembros de la Serenísma Gran Logia del Rito Escocés Antiguo y Aceptado del Perú, continúen con su esfuerzo y compromiso diario, de trabajar desbastando nuestra piedra tosca y formando hombres probos y valores firmes, de modo que podamos influir positivamente en nuestra sociedad peruana, que tanto requiere en estos días de los ejemplos positivos de acciones de hombres de bien y de buenas costumbres.

Muchas Gracias

M:. M:. Hernando Carpio Montoya
Gran Orador


Fuentes consultadas:

·         Página web TheMasonicTrowel
Trabajo presentado por el H:. Jose Castellani
·         Página web Review Freemasonry
EL SOLSTICIO EN LA HISTORIA Y LA MASONERÍA
H:.M:. Luis Alejandro Yáñez-Arancibia
·         DISCURSO DE ORDEN - Tenida Solemne del Solsticio de Invierno
Q:.H:. César Hoyos B.
B:.R:.L:.S:. DELTA 77
·         Página Web Logia Acacia Bolivia
Los solsticios masónicos

·         Aporte personal del autor.

jueves, 5 de junio de 2014

Reflexión UNA TAZA DE CAFE:




GRAN REFLEXIÓN: DISFRUTA TU CAFÉ
 
¿CAFÉ?

Reflexión: Un grupo de profesionales, todos triunfadores en sus respectivas carreras, se reunieron para visitar a su antiguo profesor. Pronto la charla comenzó en quejas acerca del interminable “estrés” que les producía el trabajo y la vida en general. El profesor les ofreció café; fue a la cocina y regresó con una cafetera grande y una variedad de tazas de lo más selectas: de porcelana, plástico, vidrio, cristal, sencillas y baratas, otras decoradas, unas caras, otras realmente exquisitas.
Tranquilamente les dijo escojan una taza y tomen un poco de café recién preparado. Cuando lo hicieron, el viejo maestro se aclaró la garganta y con mucha calma y paciencia se dirigió al grupo: Se habrán dado cuenta de que todas las tazas que lucían bonitas se terminaron primero y quedaron pocas de las más sencillas y baratas; lo que es natural, ya que cada quien prefiere lo mejor para sí mismo. Esa es realmente la causa de muchos de sus problemas relativos al "estrés". Continuó: "Les aseguro que la taza no le añadió calidad al café.
En verdad la taza solamente disfraza o reviste lo que bebemos". Lo que ustedes querían era el café, no la taza, pero instintivamente buscaron las mejores. Después se pusieron a mirar las tazas de los demás. Ahora piensen  en esto: La vida es el café. Los trabajos, el dinero, la posición social, entre otros; son meras tazas, que le dan forma y soporte a la vida y el tipo de taza que tengamos no define ni cambia realmente la calidad de vida que llevemos.
A menudo, por concentrarnos sólo en la taza dejamos de disfrutar el café. ¡Disfruten su café! La gente más feliz no es la que tiene lo mejor de todo sino la que hace lo mejor con todo lo que tiene! Por eso recuerden: * Vivan de manera sencilla. Actúen generosamente. *Sean solidarios, * Hablen con amabilidad. El resto déjenselo a la VIDA porque: la persona más rica no es "la que tiene más, sino la que necesita menos". Espero que compartas "TU CAFÉ"  con todos tus amigos.

viernes, 25 de abril de 2014

26 de Abril de 1966 Inicios de la Serenisima Gran Logia del R:. E:. A:. A:. del PeruE




El supremo Consejo 33º comunico al Mundo Masonico ,la creacion de la nueva Potencia Masonica que preserva el Rito Escoces en Peru 

EL SIMBOLISMO MASONICO



La Masonería es una institución iniciática y esotérica que revela su enseñanza a través de determinados códigos basados fundamentalmente en el simbolismo constructivo. Esto se debe a que la Masonería actual es en gran parte heredera de los antiguos gremios de constructores, y aunque hoy en día los masones ya no construyamos edificios, sin embargo ese simbolismo sigue estando vigente, entre otras razones porque es consubstancial a la Orden Masónica y constituye sus señas de identidad y su razón misma de ser, como veremos a continuación.

Ante todo los símbolos masónicos se refieren a un conjunto de ideas relacionadas directamente con el conocimiento de la Cosmogonía, y por tanto del hombre, pues éste es un cosmos en pequeño, un microcosmos, por decirlo en lenguaje hermético. Precisamente los antiguos constructores consideraban al Cosmos como su modelo simbólico por excelencia, y para levantar sus edificios imitaban las estructuras de ese modelo, reveladas sobre todo a través de las formas geométricas, entre las que destacan el círculo y el cuadrado, símbolos respectivos del cielo y la tierra. Esas formas y estructuras simbólicas siempre responden a unos arquetipos universales, a unos principios que son coetáneos con cualquier tiempo o circunstancia histórica o personal.

No importa, como decíamos, que los masones de hoy no levantemos edificios. Lo realmente importante es que esos mismos principios o ideas los podemos conocer a través de los símbolos que decoran nuestros templos, el más importante de los cuales es justamente el que se refiere a quien es verdaderamente el Autor de cuyo Pensamiento surge la Gran Obra de la Creación, conocido en la Masonería con el nombre de Gran Arquitecto del Universo, y en otras tradiciones, como por ejemplo la hindú, como el "Espíritu de la Construcción Universal". El Gran Arquitecto del Universo es el Principio Supremo, la verdadera clave de bóveda o piedra angular del Templo masónico. Es bajo la influencia de ese Principio que los masones realizamos nuestros trabajos dentro de la Logia, unos trabajos en los que junto al estudio de los símbolos está la práctica del rito, gracias a la cual la propia Logia se torna un espacio significativo análogo a la misma estructura del Cosmos. Como más tarde veremos, el simbolismo de la Logia también es uno de los temas de meditación a los que nuestra Orden concede una importancia muy relevante.

Y ya que hablamos del Gran Arquitecto, creemos que es conveniente señalar que en la Masonería éste no tiene ningún tipo de connotación religiosa. Y no puede tenerla porque la Masonería no es una religión, como pueda serlo la católica o cualquiera otra, sino una organización iniciática que entrega al hombre los medios y los conocimientos necesarios para su perfeccionamiento como ser humano. No olvidemos que la Masonería es una Ciencia y un Arte, y su Principio Supremo se manifiesta como la Inteligencia que organiza el Cosmos, el Templo Universal, de acuerdo al plan ideal concebido en su Sabiduría, que como se dice en el Libro de la Ley Sagrada "todo lo hizo en número, peso y medida". Esto nada tiene que ver con un dios religioso al que se tenga que "adorar", como si se tratara de algo que está fuera del hombre. Como dice a este respecto R. Guénon en un artículo titulado "La Ortodoxia Masónica", perteneciente al volumen II de Estudios sobre la Franc-Masonería y el Compañerazgo: "El símbolo del Gran Arquitecto del Universo no es la expresión de un dogma, y que si se comprende como debe serlo, puede ser aceptado por todos los Masones, sin distinción de opiniones filosóficas, porque esto no implica por su parte el reconocimiento de la existencia de un Dios cualquiera". No es, por tanto la adscripción a un "dogma" lo que se pide a quien entra por primera vez en el templo masónico, pues de los símbolos allí presentes no se desprende ninguna enseñanza de ese tipo. No se trata de "creer" en el símbolo, sino de comprenderlo, pues en la medida en que lo comprendemos y nos penetramos de su significado profundo seremos uno con la idea que lo conforma. El masón toma al símbolo como vehículo de Conocimiento y no como un objeto de "culto", pues sabe que no hay que confundir al símbolo con lo que éste simboliza.

Pero el hecho de que la Masonería no sea una religión no impide que existan masones que en su vida privada, y en el ejercicio de su libertad, practiquen un credo religioso determinado, o bien que no practiquen ninguno. Esto a la Masonería no ha de importarle, pues esas creencias, ya sean religiosas o de cualquier otro tipo (filosóficas, científicas, políticas, etc.) han de dejarse, junto con los metales, en la puerta del Templo. Como dice el propio Guénon en otro artículo titulado "La Gnosis y la Franc-Masonería", ésta "debe ser pura y simplemente la Masonería. Cada uno de sus miembros al entrar en el Templo, debe despojarse de su personalidad profana y hacer abstracción de cuanto sea extraño a los principios fundamentales de la Masonería, principios a cuyo alrededor todos debieran unirse para trabajar en común en la Gran Obra de la Construcción universal".1

Por decirlo de alguna manera, lo único que la Masonería "exige" a sus miembros es una voluntad firme en el "desbastado" y "pulimento" de la piedra bruta, que como dicen algunos rituales "es un producto grosero de la Naturaleza, que el Arte de la Masonería debe pulir y transformar". Ese desbastado y pulimento es justamente el símbolo del trabajo del masón consigo mismo, lo cual lleva a cabo con las primeras herramientas que la Orden le ofrece tras recibir el influjo espiritual en el rito de iniciación: el mazo y el cincel, símbolos respectivos de la voluntad y la recta intención. La obra de regeneración no puede llevarse a cabo sin una voluntad firme y perseverante que la desee, es decir sin una fuerza interior que influya y transmita su poder creativo a la "materia informe" de la psique desordenada y caótica, simbolizada por la piedra bruta. Pero esa fuerza interior necesita ser dirigida y orientada por la inteligencia, o mejor, por el "rigor intelectual", que "distingue" aquello que en el ser es conforme a la realidad esencial de su naturaleza (lo que ese ser es en sí mismo), de lo que no son sino sus añadidos superfluos e ilusorios. Así pues, con el cincel de la inteligencia, impulsado por el mazo de la voluntad, el aprendiz va limando y corrigiendo las aristas y asperezas de su piedra bruta, separando lo "espeso de lo sutil", el "caos" del "orden", lo "profano" de lo "sagrado", operación alquímica que ha de convertirse en un rito cotidiano, en un ejercicio de cada momento, pues dicha separación constituye la premisa fundamental a cumplir en las primeras etapas del proceso iniciático, hasta que con paciencia y perseverancia alcance ese perfeccionamiento de que hablábamos anteriormente, ejemplificado en la piedra cúbica y tallada.

La iniciación, o vía en el Conocimiento, despierta en el hombre sus cualidades innatas, que permanecen "dormidas" o "replegadas" en su estado ordinario, asimilado por ello al "sueño" y a lo potencial. La influencia de la iniciación no añade nada que el hombre no posea ya y no forme parte de su propia esencia. En este sentido, estamos totalmente de acuerdo con Arturo Reghini cuando dice que ese perfeccionamiento "está ligado al conocimiento y al reconocimiento de la naturaleza humana y sus posibilidades inherentes. Es necesario realizar el antiguo precepto del oráculo de Delfos: conócete a ti mismo. Es necesario buscar en sí mismo el misterio del ser, considerar la vida humana, sus funciones, sus límites y la posibilidad de sobrepasarlos, de intervenir activamente en su curso, no abandonarlo a la deriva, en descubrir y en despertar los gérmenes latentes, los sentidos y los poderes todavía desconocidos, dormidos y ocultos. Es necesario, en fin, realizar una obra de edificación espiritual, una transmutación, alcanzar la virtud y el conocimiento para que el miserable gusano que repta por la tierra se transforme en gloriosa mariposa volando libremente hacia la justicia". Para lograr ese fin el mismo Reghini nos dice que no existe otro medio que "el trabajo masónico basado y sostenido por la iniciación simbólica, es decir conferida y obtenida a través de la inteligencia de los símbolos masónicos familiares, a imagen de la obra de arte que se realiza con los instrumentos del oficio".2

La expresión "Conócete a ti mismo" debería figurar también en el frontispicio de los templos masónicos. En verdad, nada hay más importante para el hombre que conocer su verdadera identidad, saber quien hay detrás de esa máscara a la que llamamos "personalidad", y que la Masonería identifica con los metales del hombre viejo, "sumergido, como dicen los rituales, en las más profundas tinieblas".

Como estamos viendo, la idea de transmutación tiene mucho que ver con el proceso alquímico, y de hecho el "Arte Real" masónico, desarrollado a través de los tres grados de aprendiz, compañero y maestro, es idéntico a la "Gran Obra" de la Alquimia, por lo que puede hacerse una transposición totalmente coherente entre el simbolismo alquímico y el simbolismo constructivo y arquitectónico. La piedra bruta de la Masonería es, en este sentido, lo mismo que la "materia prima" de la Alquimia: tanto en una como en otra están contenidas de manera potencial o virtual todas las posibilidades que conducen al hombre hacia su regeneración, posibilidades que, en el caso del aprendiz masón, comenzarán a desarrollarse y a crecer gracias a la influencia espiritual o intelectual (pues ambos conceptos expresan lo mismo) transmitida a través de los símbolos y ritos de la Orden.


El símbolo y el rito
Vayamos a ver, pues, algunos de esos símbolos que constituyen, junto a los ritos, el patrimonio vivo y el verdadero tesoro de la Tradición Masónica. En aras de una mayor claridad, podemos clasificarlos de la siguiente manera: en símbolos geométricos y visuales; en símbolos sonoros y vocales; y por último en símbolos en movimiento, que no son otros que los ritos.

Sobre la importancia de los símbolos geométricos y visuales en la Masonería baste con recordar que antiguamente se identificaba a ésta con la propia Geometría, lo cual es perfectamente lógico pues esta última encuentra su aplicación natural en la arquitectura. En efecto, la palabra geometría deriva de Gea (tierra) y metrón (medida), es decir "medida de la tierra", lo que desde luego tiene mucho que ver con el oficio de constructor en cuanto que éste delimita un espacio con el fin de realizar su obra.

Por otro lado, el simbolismo geométrico es, al igual que el numérico, una de las herencias más importantes que la Masonería ha recibido de la tradición pitagórica. Hay que recordar que las cofradías medievales de constructores procedían directamente de los colegios artesanales de la antigua Roma, y que éstos habían recibido gran parte de sus conocimientos sobre geometría directamente de los pitagóricos. Una filiación jamás interrumpida existiría entonces entre la Orden masónica y la pitagórica, hasta el punto de que muchos masones han visto en la Masonería una adaptación del Pitagorismo a los tiempos actuales. Lo cierto es que en las leyendas masónicas Pitágoras figura, junto al dios Hermes, como uno de los fundadores míticos de la Orden. En efecto, en esas leyendas tanto Pitágoras como Hermes son los que encuentran las dos columnas (asimiladas posteriormente a las columnas J. y B. del templo masónico) donde se grabó todo el saber que remontaba a los orígenes mismos de la humanidad, y entre las que se encontraban las artes y ciencias de la Cosmogonía. Como dice a este respecto Federico González en el artículo "Tradición Hermética y Masonería", aparecido en el mismo Nº 13-14 de SYMBOLOS, esas dos columnas "configuran los dos grandes afluentes sapienciales que nutrirán la Orden: el hermetismo que asegurará la protección del dios a través de la Filosofía, es decir del Conocimiento, y el pitagorismo que dará los elementos aritméticos y geométricos necesarios que reclama el simbolismo constructivo; se debe considerar que ambas corrientes son directa o indirectamente de origen egipcio. Igualmente que esas dos columnas son las piernas de la Madre Logia, por las que es parido el Neófito, es decir por la sabiduría de Hermes, el gran iniciador, y por Pitágoras el instructor gnóstico." Podríamos entonces decir que la Masonería es la confluencia natural de esas dos corrientes constitutivas de la Tradición Unánime, y que en ella son sólo una, conformando su identidad y su ser.

Volviendo al simbolismo geométrico, debemos considerar dentro de éste a las propias herramientas o útiles. Concretamente hablamos del nivel, la plomada, la escuadra y el compás. Todas ellas están relacionadas directamente con las formas geométricas fundamentales. Por ejemplo, la plomada es claramente un símbolo de la vertical, y el nivel de la horizontal. En el simbolismo constructivo ambas son indisociables y se necesitan mutuamente, pues la verticalidad del edificio, es decir su perpendicularidad, le viene dada por la perfecta nivelación del mismo. Y a su vez esa nivelación es la resultante de un equilibrio que se consigue gracias a la presencia constante de un eje vertical, que señala el "justo medio" que impide cualquier desnivelación La plomada y el nivel representan entonces los dos ejes de coordenadas que posibilitan el levantamiento armonioso de toda la construcción.

Lo mismo ocurre con la escuadra, que se forma por la unión de una vertical y una horizontal. Con esta herramienta también construimos la figura del cuadrado, e igualmente la cruz si unimos dos escuadras por sus vértices respectivos. Ambas figuras son inseparables de la idea de cuaternario; así: los cuatro elementos, los cuatro puntos cardinales, las cuatro estaciones, los cuatro períodos cíclicos de la humanidad, las cuatro fases de la luna, los cuatro períodos de la vida humana, etc., es decir todo lo relacionado con la tierra y lo terrestre. En realidad la escuadra es un ángulo recto, y ella está destinada a "escuadrar" la piedra durante su proceso de pulimento, después de haber sido trabajada por el mazo y el cincel. Recordemos, en fin, que en latín escuadra se dice "norma", indicando así la idea de orden, o de "encuadre" que hace posible el orden, especialmente el del pensamiento, que se hace uno con la Inteligencia que refleja, la cual está simbolizada por el compás.

En cuanto a este último es obvia su relación con el círculo y con todas las figuras que tienden a la circularidad. Pero las formas circulares siempre son generadas a partir de un centro previo, que es precisamente el que señala uno de los dos brazos del compás, aquel que permanece inmóvil mientras el otro gira a su alrededor. El centro de la circunferencia sería, pues, una imagen simbólica del Principio, y la circunferencia misma, una imagen a su vez de la multiplicidad de la manifestación, surgida o generada por la irradiación de ese Principio, que permanece no obstante inmutable mientras todo gira, cambia y muta a su alrededor. Por eso el compás es uno de los símbolos que se asocian directamente con la actividad creadora del Gran Arquitecto, como lo testimonian numerosos grabados donde se le representa con un compás en la mano trazando el plano de su obra, es decir del cosmos.

Otras dos figuras geométricas importantes son el Delta Luminoso (de forma triangular) y la Estrella de cinco puntas o Estrella flamígera, símbolos respectivos del Gran Arquitecto y del hombre plenamente regenerado que ha retornado al centro de sí mismo. Se da la circunstancia de que tanto el Delta como la Estrella flamígera son de origen pitagórico, pues están íntimamente relacionados con la Tetraktys (que tiene también forma triangular), y con el Pentalfa o Estrella pentagramática respectivamente, signo distintivo este último de la cofradía pitagórica.

Entre el segundo grupo de símbolos, los sonoros y vocales, encontramos las "palabras sagradas" y las "palabras de paso", así como las leyendas relatadas en los distintos grados. Todo ello forma parte de la enseñanza oral de la Masonería, que se complementa perfectamente con la enseñanza visual propia del simbolismo geométrico. Las "palabras sagradas" se denominan así porque representan diferentes nombres del Gran Arquitecto. Cada grado masónico está signado y tiene su propia palabra sagrada. El significado de esa palabra da sentido y orienta los trabajos rituales y simbólicos que se desarrollan en cada uno de esos grados. Por eso es tan importante para el masón conocer ese significado, pues para él será un punto de referencia axial constante y permanente que le guiará a lo largo de todo su proceso iniciático.

No menos importantes son las "palabras de paso", así llamadas porque ellas permiten "pasar" de un grado a otro, lo que las relaciona directamente con la simbólica de pasaje o de tránsito, común a todas las tradiciones iniciáticas. La expresión "estar en posesión de la palabra de paso" quiere decir que el masón ha culminado una etapa dentro de su proceso de Conocimiento, que ha progresado en las "vías que le han sido trazadas" desde antiguo por su tradición, y que por tanto está preparado interiormente para recibir el "aumento de su salario".

Y por último están los símbolos en movimiento, que como dijimos no son otros que los ritos. El rito pone en práctica la idea que el símbolo expresa. Representa el desarrollo y la vivencia de esa idea, es decir de hacerla efectiva mediante su permanente reiteración. De nada serviría comprender lo que el símbolo manifiesta si después esa comprensión no se vive como una realidad verdaderamente transformadora. Por eso mismo es tan importante el rito dentro de la Masonería, pues sin esa constante vivificación de los símbolos los trabajos que se hacen en la logia carecerían de toda "fuerza y vigor", convirtiéndose en meras alegorías cuando no en actos puramente mecánicos. En este sentido la meditación, la concentración y el trabajo sobre los símbolos constituyen también una forma del rito, pues el fin último de éste es generar un estado apto para la comprensión de las realidades superiores vehiculadas por los símbolos. Se diría, pues, que el rito, realizado en estas condiciones, es una "meditación en acción", y esto puede hacerse tanto en el interior de la Logia, como en el mundo, que es la logia universal.

Podríamos entonces decir que la Masonería es ella misma un rito, de ahí que también se denomine "la Orden", como sinónimo del propio orden cósmico. Por esto mismo, en la Logia masónica (imagen simbólica de ese orden) todo se cumple según el rito, y todos los gestos y signos rituales realizados en el interior de la misma han de ser considerados como lo que son: vehículos transmisores de la enseñanza simbólica y de su influencia regeneradora. Verdaderamente no hay mayor rito que la búsqueda del Conocimiento, pues en ella el hombre encuentra el fundamento mismo de su existencia. Esa búsqueda es un "acto consciente", y todo lo que a partir de entonces es realizado, experimentado y vivido durante su desarrollo pasa a ser significativo, a tener un sentido que nos "orienta" en el laberinto de este mundo perecedero y nos impulsa hacia el encuentro de nuestro verdadero ser y origen.

La Logia, imagen del mundo
Hablaremos ahora del simbolismo de la Logia, y lo primero que llama nuestra atención es la propia palabra Logia, prácticamente idéntica a Logos, que significa justamente la Palabra o el Verbo con que el Gran Arquitecto crea el mundo o cosmos. Igualmente, Logia, si no etimológicamente sí al menos en su sentido simbólico, es idéntica a la palabra sánscrita loka, que quiere decir "mundo", "lugar", y por extensión "cosmos". Por otro lado, también se da una identidad entre Logia, Logos y el griego lyke, que significa "luz". Asimismo la loggia es un término técnico de origen italiano utilizado en arquitectura para designar una galería techada y abierta, compuesta por arquerías apoyadas sobre columnas y situadas generalmente en las partes elevadas de los edificios, como es el caso por ejemplo de los "paraísos" de los teatros.

Aquí tenemos, resumido, lo que distingue ante todo a la Logia masónica, que como dicen los antiguos rituales "es un lugar muy iluminado y muy regular", tal cual es el cosmos salido del Logos creador o Espíritu de la Construcción Universal. La luz es pues sinónimo de cosmos, mientras que la oscuridad o las tinieblas se asimilan al "caos" anterior al cosmos. Las tinieblas en que se encuentra la Logia antes de la apertura de los trabajos simbolizan justamente ese "caos" precósmico, y la apertura misma vendría a representar la gradual "iluminación" de esas tinieblas. En realidad la apertura de la Logia es un rito cosmogónico que los masones realizamos constantemente, y si se estudia detenidamente la simbólica de ese rito se verá con claridad que se trata de un verdadero rito de fundación o de creación de un espacio y un tiempo significativos análogos a la propia estructura del cosmos. La descripción simbólica de la Logia reproduce precisamente esa estructura:

¿Cuál es la forma de tu Logia?

Un rectángulo.

¿En qué sentido se orientan sus lados largos?

De Oriente a Occidente.

¿Y sus lados anchos?

De Mediodía a Septentrión.

¿Y su altura?

De la superficie de la tierra hasta los cielos (el Cénit).

¿Y su profundidad?

De la superficie hasta el centro de la tierra (el Nadir).

¿Qué significan estas direcciones?

Que la Masonería es Universal.

Podemos observar que esas direcciones conforman una cruz tridimensional, cuyos ejes de coordenadas largo, ancho, alto y bajo conformarían la estructura interna de la Logia, a imagen misma del cosmos. Ese rectángulo es en realidad un doble cuadrado, que se orienta horizontalmente de Oriente a Occidente según sus lados largos y de Mediodía a Septentrión según sus lados anchos. Es a partir del centro del rectángulo que la Logia se orienta verticalmente hacia lo más alto de los cielos (el Cénit) y hacia lo más profundo de la tierra (el Nadir), adquiriendo así su verdadera dimensión universal. A esa altura y a esa profundidad se refiere la conocida expresión: "en la Logia de San Juan se elevan templos a la virtud y se cavan mazmorras para el vicio".

Esa estructura vertical también aparece proyectada en el plano base de la Logia, que está dividida en tres partes bien diferenciadas, a imagen misma del Templo de Salomón, prototipo del templo masónico. El cielo está representado por el hemiciclo situado a Oriente, que tiene forma semicircular, y que recibe, al igual que en el templo de Salomón, el nombre de Debir. A él se asciende por tres peldaños o gradas, que se refieren a la idea de elevación gradual y jerarquizada a otros planos o niveles superiores de realidad. La tierra está simbolizada por el Hikal, que es todo el espacio restante de la Logia hasta las dos columnas J. y B., las cuales soportan el "pórtico de la entrada", asimilado a lo que en el templo de Salomón se denominaba el ulam. Se dice que el "pórtico de la entrada" no está ni dentro ni fuera de la Logia. Es, pues, un lugar de tránsito, o de pasaje, que el masón debe atravesar viniendo de las tinieblas del mundo profano, el cual es propiamente el mundo inferior.

Esa misma idea de elevación señalada por las tres gradas que conducen al Debir, la encontramos también en el altar o ara, proveniente del latín altare, cuya raíz, altus, significa lugar alto o elevado. En muchas culturas tradicionales los altares (como los templos) se erigían en la sumidad de las montañas, o de las pirámides escalonadas, como en el caso de las civilizaciones precolombinas, o de los zigurats babilónicos, por poner sólo dos ejemplos. El altar está situado en el centro mismo de la Logia, y en torno a él nos desplazamos y efectuamos nuestros ritos. Es por tanto el "punto geométrico" o "corazón" de la Logia, y por él pasa simbólicamente la plomada del Gran Arquitecto que une el cielo con la tierra. También se llama "Altar de los juramentos" porque sobre él realizamos los compromisos y "alianzas" que contraemos con la Orden y el Espíritu que la vivifica. Ese juramento se cumple en presencia de las "Tres Grandes Luces" de la Masonería, el Libro de la Ley Sagrada, el Compás y la Escuadra, los cuales se disponen precisamente sobre el altar. En casi todas las Logias ese Libro no es otro que la Biblia, pero ésta también puede ser sustituida por cualquiera de los libros sapienciales de la humanidad, lo cual es una muestra más del carácter verdaderamente universal de la Masonería. Lo realmente importante es que en ese Libro se recoja la voz de la Sabiduría Perenne, cuya esencia está por encima de las formas particulares que ésta pueda adoptar para manifestarse. Lo mismo podemos decir del compás y la escuadra, herramientas cuyo simbolismo, como ya vimos, está ligado directamente con la idea de una Cosmogonía siempre viva y actual.

Volviendo de nuevo al Oriente, sobre la pared del fondo encontramos el Delta luminoso con el Tetragrama o nombre inefable del Gran Arquitecto en el centro. Como ya dijimos este Delta es un triángulo con el vértice hacia arriba, figura que expresa la realidad de los principios universales, a la vez que es la primera estructura prototípica que se expresa en todos los planos de la manifestación como una fuerza que crea, otra que conserva y una tercera que destruye, o mejor, transforma. Estas tres ideas–fuerza surgen de un Principio único, que queda simbolizada en el Delta por un solo ojo que a veces sustituye al Tetragrama, pero que viene a referirse al mismo sentido de presencia inmutable de la deidad en el seno mismo de la manifestación. Además, la manifestación, desde su realidad más sutil hasta la más densa y material, está simbolizada por las cuatro letras que componen el Tetragrama: Iod, He, Vau, He, correspondiéndose cada una de ellas con los cuatro niveles o mundos que constituyen la existencia universal, y que son los mismos que se encuentran en el Arbol de la Vida cabalístico. En este nombre del Gran Arquitecto queda pues resumida la obra de la creación, y su conocimiento se vincula directamente con la búsqueda de la "Palabra Perdida".

Pero la Logia no es sólo una estructura estática –como tampoco lo es el universo– sino dinámica también, pudiendo ser visualizada como una rueda, imagen de la "rueda del cosmos" o Rota Mundi. Esto está expresamente indicado por las doce columnas o pilares que enmarcan el recinto de la Logia, y que equivalen a los doce signos zodiacales. Cinco de estas columnas están situadas a Septentrión, cinco más a Mediodía, y las dos restantes (las columnas Jakin y Boaz) a Occidente, justo en el pórtico de la entrada.

Diremos que el zodíaco (que quiere decir precisamente "rueda de la vida") es como el marco del universo visible, y su movimiento cíclico, unido al de los planetas y demás constelaciones, influye en el cambio alternativo de las estaciones y en el mantenimiento y renovación de la vida del cosmos y del hombre. De esto se deduce que la Masonería no desconoce la antigua ciencia de la astrología, que junto a la alquimia revela también los misterios del cielo y de la tierra.

Las columnas Jakin y Boaz se vinculan especialmente con la simbólica de los dos solsticios, y por tanto con las dos fases ascendente–descendente del ciclo anual. Ellas se asimilan, pues, a los dos San Juan, el Bautista y el Evangelista, y a los dos rostros del dios romano Jano, y en consecuencia a la "puerta de los hombres" y la "puerta de los dioses", respectivamente. Estas son las puertas zodiacales de Cáncer y Capricornio, que corresponden a la entrada del verano y del invierno, es decir el descenso y el ascenso de la luz solar. Las puertas solsticiales cumplen un papel muy importante dentro del proceso iniciático, que, no debe olvidarse, reproduce exactamente las etapas del desarrollo cosmogónico.

Para los pitagóricos, por la puerta de Cáncer las almas penetran en el "antro de las ninfas", que es lo mismo que la caverna platónica, otra imagen del mundo. Allí el masón, atravesando las dos columnas como si fuese parido por ellas, comienza a recorrer su viaje horizontal o terrestre, hasta llegar al centro de sí mismo, al altar de su corazón, en donde se abre otra puerta, la de Capricornio, a través de la cual inicia otro viaje, esta vez vertical y celeste hacia la cúpula y la clave de bóveda que corona los misterios de la cosmogonía, dando acceso así a los estados metafísicos e incondicionados. Es decir, que el hombre "entra por una puerta y sale por otra, y en el ínterin –signado por el espacio y el tiempo– tiene la oportunidad de reconocerse y escapar de esa condición por la identificación con otros estados del ser universal, que puede vivenciar por medio de la conciencia individual –semejante a la conciencia universal– y que constituyen la posibilidad de la regeneración particular –y también de la universal–, siempre, claro está, tomando como soporte la generación y la creación en el espacio y el tiempo".3 Este mismo proceso puede verse también en la mitología de gran número de héroes y dioses solares, como es el caso de Osiris, Quetzalcóatl, Mitra, Cristo y el propio maestro Hiram.

En el centro de la Logia se extiende el "pavimento mosaico", tapiz de cuadros blancos y negros exactamente iguales que los del tablero de ajedrez, cuyos orígenes son también simbólicos y sagrados como el de la mayoría de los juegos. El pavimento mosaico es, sin duda, un símbolo de la manifestación que, efectivamente está determinada por la lucha y delicado equilibrio que entre sí sostienen las energías positivas, masculinas y centrífugas (yang, luminosas) y las energías negativas, femeninas y centrípetas (yin, oscuras), expresadas también en la alternancia de los ritmos y ciclos de la naturaleza y el cosmos. Esas mismas energías están representadas por el Sol y la Luna, que en la Logia se encuentran presidiendo el Oriente, a uno y otro lado del Delta luminoso.

Recordaremos que el color blanco simboliza las energías celestes, y el color negro las terrestres. Las primeras se oponen a las segundas, y viceversa, al mismo tiempo que se complementan y conjugan (atraídas como los polos positivo y negativo de un imán), determinando en su perpetua interacción el desarrollo y la propia estructura de la vida cósmica y humana. Esa estructura se genera igualmente por la confluencia de un eje vertical -celeste- y otro horizontal -terrestre- (ejemplificados en el pavimento por las líneas transversales y longitudinales), conformando un tejido o trama cruciforme, un cuadriculado, en fin, que refleja las tensiones y equilibrios a que está sometido el orden de la creación. Asimismo, también puede equipararse la vertical al tiempo y la horizontal al espacio (el primero activo con respecto al segundo, al que moldea permanentemente), es decir, a las dos coordenadas que establecen el "encuadre" que permite la existencia de nuestro mundo y de todas las cosas en él incluidas. La idea de ese orden está ya implícito en el significado de la palabra 'mosaico', que deriva del griego museion, literalmente "templo de las musas", expresión ésta que conviene perfectamente a la Logia masónica, en donde como estamos viendo cada una de sus partes y la totalidad de su conjunto constituyen una síntesis simbólica de la armonía universal.

En medio mismo del pavimento mosaico se dispone el "cuadro de la Logia", que es un esquema sintético de todo el templo masónico, además de constituir un soporte simbólico para la meditación y la concentración. En efecto, el cuadro de la Logia, al contener en su interior el diseño de los símbolos más significativos e importantes, deviene por ello un vehículo de la influencia espiritual en la Masonería.

Antiguamente el cuadro de la Logia se trazaba directamente sobre el suelo antes de iniciar los trabajos, y era borrado cuando dichos trabajos tocaban a su fin. Esto da la medida de la importancia que tenía dicho cuadro en los ritos cosmogónicos de los constructores, pues en verdad el trazado de los diferentes símbolos constituía en sí mismo un rito destinado a "atraer" y hacer presente en el espacio significativo de la Logia las ideas-fuerza contenidas en esos mismos símbolos, y que después se plasmarían en la edificación. Aunque hoy en día en los talleres masónicos ya no se tenga la costumbre de dibujar el cuadro de la Logia, sin embargo la influencia de esos símbolos continúa estando presente, hasta el punto de que sin la presencia del cuadro los trabajos no pueden abrirse. En cualquier caso, el trazado del cuadro de la Logia es un ejercicio ritual de meditación y concentración en los símbolos que el masón podría practicar siempre que lo deseara.

Y por último mencionar que alrededor del pavimento de mosaico y del cuadro de la Logia se encuentran los tres pilares de la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza. Los pilares son también las "Tres Pequeñas Luces" de la Masonería, y a las que no habría que confundir con las "Tres Grandes Luces" ya mencionadas. Diremos que en algunas Logias los tres pilares están consagrados a la diosa Minerva (la Sabiduría), a Hércules (la Fuerza) y a Venus (la Belleza).

Los pilares son encendidos durante la apertura de los trabajos y apagados instantes antes de su clausura, lo cual lleva a pensar que, y al igual que ocurre con el cuadro de Logia, estos pilares desempeñan un papel de suma importancia en lo que se refiere al desarrollo del ritual masónico en cualquiera de sus grados. En este sentido recordaremos que el significativo nombre de "estrellas" con el que también se conocen a los tres pilares alude sin duda al carácter celeste que se desprende de su simbólica, pues es claro que se tratan de las "ideas" rectoras que han de presidir los trabajos masónicos, pues como se dicen en los rituales "la Sabiduría concibe, la Fuerza ejecuta y la Belleza adorna".

Atendiendo a lo que se menciona a este respecto durante el ritual de apertura esas estrellas deben "hacerse visibles" a fin de que esos trabajos sean "iluminados" y se desarrollen en armonía con los planes del Gran Arquitecto. Como dijimos más arriba, la penumbra en que está sumida la Logia antes del alumbrado de los pilares ejemplifican las "tinieblas" primigenias que precedieron la formación del orden cósmico, de lo que se deduce que la iluminación de la Logia vendría a representar un símbolo más de la acción del Fiat Lux, o ¡Hágase la Luz!, cosmogónico emanado de la Palabra o Verbo creador.

Considerados desde el punto de vista microcósmico, estos tres principios también representan tres cualidades o estados del alma humana, los que vividos en el interior de la conciencia hacen posible su transmutación y contribuyen, por tanto, a la edificación del templo espiritual, del cual el templo material es la figuración simbólica. Precisamente los tres pilares se vinculan respectivamente con el Venerable Maestro, el Primer Vigilante y el Segundo Vigilante, es decir con los tres principales oficiales de la Logia (llamados las "tres luces"), aquellos que se encargan de dirigir y "ordenar" los trabajos que en ella se realizan. Son estos tres oficiales los que encienden o iluminan los pilares (y también los que los apagan durante la clausura), pronunciando al mismo tiempo que esto se cumple, las invocaciones claramente alusivas a la construcción del templo interior y del templo exterior.

En el Rito Escocés Antiguo y Aceptado esas invocaciones son las siguientes:

¡Que la Sabiduría del Gran Arquitecto presida la construcción de nuestro edificio!

¡Que la Fuerza lo sostenga!

¡Que la Belleza lo adorne!

No es entonces casual que sea precisamente alrededor de este cuadro y de los tres pilares donde tiene lugar el rito de la "cadena de unión", en el que se invoca la potencia creadora e iluminadora del Gran Arquitecto, e implícitamente también la de todos los hermanos y hermanas esparcidos por la faz de la Tierra, sin olvidarnos de los antepasados que han pasado al Oriente Eterno y que contribuyeron con su esfuerzo, sacrificio y entrega a la Verdad y al Conocimiento a la edificación de la Gran Obra Universal. Y esta invocación vertical se realiza mediante la unión encadenada y fraterna de todas las fuerzas vivas presentes en la Logia, es decir de todos los componentes de la misma, que establecen así una comunicación sutil entre sus respectivas individualidades, sirviendo como soporte para la manifestación de la influencia espiritual.

Como se dice en el libro Símbolo, Rito, Iniciación. La Cosmogonía Masónica, cap. 33, y con esto ya terminamos, la cadena de unión "constituye un círculo mágico perfecto de concentración de vibraciones, un dínamo generador, no únicamente capaz de transmitir su fuerza a cada uno de los integrantes sino la de emanar a otros espacios visibles e invisibles; una forma activa de la invocación y también un encantamiento de protección para todos aquellos que tienen la gracia de participar en los misterios del Arte Sagrado, los llamados guardianes del Templo de la sabiduría salomónica, imagen de todos los templos, los que como parte de sus funciones deben saber estrechar sus filas y trabajar de modo armónico, tendiente a la perfección".
NOTAS
* Conferencia pronunciada en una Logia de Buenos Aires, República Argentina, el 7 de Diciembre de 2000. Francisco Ariza es colaborador de SYMBOLOS: Arte - Cultura - Gnosis, codirector del Centro de Estudios de Simbología de Barcelona y director de la Revista telemática El Taller.
1 Artículo traducido en el Nº 13-14 de la revista SYMBOLOS, págs. 192-195.
2 Consideraciones sobre el ritual del Aprendiz Franc-masón. Ed. Arché Milano.
3 Federico González, La Rueda. Una imagen simbólica del cosmos, cap. VII.




Fuente:

http://www.geocities.com/glolyam/simbolismo.htm

sábado, 15 de marzo de 2014

MI INICIACION por Jose Adrian Perea Rios



MI INCIACION 



Estoy muy agradecido que en mi condición de profano haya sido aceptado en la orden.

La  ceremonia de iniciación, me colmo de expectativas, lo entendí como que parte de mí, moría para empezar una nueva vida, pues no tenía idea del rito y sus detalles simbólicos, los toques, las baterías, etc.

Luego en el gabinete de reflexiones,  despojado de mis pertenencias materiales, como acto de desapego de lo material y escribiendo el testamento pude meditar el alcance de las inscripciones y objetos que en él se encontraban y era lo único que me rodeaba, me hizo reflexionar que uno recorre la vida, un camino de materialismo, cuando al final de nuestra vida no podemos llevarnos nada, por lo que debemos estar siempre atentos para dar un apoyo a nuestros semejantes que lo necesitan, sea algo material o una palabra de aliento, saber que cerca hay alguien que pueda asistirlo, de ahí que se dice nuestro peor enemigo somos nosotros mismos y es tan cierto que somos una piedra tosca o una piedra en bruto, llena de imperfecciones y vicios, y que este renacimiento me impulsara cada día a seguir mejorando, creciendo espiritualmente, dejando de lado nuestro egoísmo y obrando bien por nuestro prójimo.

El haber estado con los ojos vendados sin ver la luz me hizo sentir desubicado, sin una luz que me pueda guiar y me hizo pensar que en ese estado de oscuridad vivimos muchos de nosotros en lugar de buscar y practicar la virtud y el respeto.

Los líquidos que bebí, era un contraste entre lo dulce y amargo nos indica que nuestra vida está plagada de buenas y malas acciones que asemejan a dichos sabores, al poder diferenciarlos, de la misma forma debemos hacerlos con nuestros actos y saber cuál es el bien y el mal.

Los viajes que formo parte de la iniciación, nos enseña que somos capaces de vencer los obstáculos que se nos presenta en la vida y con el bautismo al nuevo ser que renace en uno que es  purificada por el agua y fuego.

Al sacarme las vendas que cubrían mis ojos, y ver a mis hermanos apuntándome con sus espadas en dirección hacia mi pecho, me dio cierto temor porque me encontraba indefenso, desvalijado sin nada con que pudiera defenderme, pero de ahí comprendí y entendí que ese ataque no venía para mí, sino que reflejaba que estamos dispuesto a luchar por la justicia, la inmoralidad y eliminar la tiranía que en nuestra sociedad se atraviesa en todo momento.

El haber sido puesto entre columnas y el haber sido trasladado al altar de los juramentos (ara), reflejo para mí el deber y obligación que tengo para con mi logia madre y para con mis RR:. Y QQ:.HH de nuestra institución, para lo cual debo ayudar al hermano necesitado y que se encuentre en ruinas en todo momento que fuese necesario.

En resumen, nuestro cambio de vida significa que debemos perfeccionarnos, desterrar nuestros vicios, apoyar a nuestros hermanos, superar los obstáculos que se nos crucen en el camino, conocer cuál es nuestra misión en la tierra y cuando desencarnemos nuestra alma que es inmortal, también estará evolucionando.

Por todas estas razones, esta nueva vida que he iniciado, es para mí un nuevo tiempo, donde aprenderé, cultivare, irradiare la luz, para  salir del camino de la oscuridad y hallar la verdadera luz, que me permitirá convertirme en un ser con otra visión de la humanidad y ser útil aportando  un grano de arena para que mi  país progrese para una mejor calidad de vida de nuestra población y seamos buenos ciudadanos, por un nuevo Perú.

He cumplido

Q:.H:. JOSE ADRIAN VENANCIO PEREA RIOS

APRENDIZ MASON R:.L:.S:. MOZART N°9

La experiencia de la iniciación Masónica



Por: Ruben M. Villalon Dominguez
Apr:. Mas:. de la R:. L:. S:. Delfos N| 3

Hace probablemente 20 años, yo muy pequeño, me acuerdo preguntar a mi madre o a mi padre mismo, a donde es que se iba tan bien arreglado y porque llegaba tarde a la casa. Entonces con duda o confusión escuche por primera vez la palabra Logia, tal palabra no tenía ningún sentido en ese entonces, tampoco la admire ni la critique solo la escuche y la acepte. Luego de unos años más entendí por sorpresa que todos mis tíos con los que crecí viéndolos en mi casa y reuniones, amigos de mi padre, eran hermanos, lo que me confundió aún más, pero me agrado.
El tiempo paso, experiencias buenas, malas, difíciles y agradables han pasado en mi vida, pero nunca salió de mi mente se tema de saber sobre masonería, pero todo en su debido momento, siento que no ha sido una decisión fácil por lo que representa, ni tampoco difícil porque el ejemplo de mi padre y su entusiasmo al tomar el camino de la masonería.
Exactamente hace 2 semanas finalmente, empezó esta lucha interna intelectual en la cual se necesita de mucha actitud y vocación personal para lograr el entendimiento de esta filosofía de vida.
La ceremonia de iniciación se dio en la completa oscuridad, mis ojos fueron cubiertos con una venda que logro su objetivo a la perfección, solo me quedo más que confiar en la persona que me acompaño durante todo el camino y de la cual estoy eternamente agradecido por su labor.
El camino fue largo, confuso, lento lleno de espacios angostos, algunos más amplios, escaleras hacia arriba y abajo, hasta llegar al cuarto de reflexiones. Cuando mis vendas fueron removidas, me encontré con un sinfín de objetos, frases, una hoja y un papel con unas preguntas que se relacionaban entre ellas.
Aunque me costó al inicio entender la relación entre ellos, pude reconocer bajo mi compresión que indicaban dualidad, los objetos y mensajes darán directamente con un inicio y un final, la vida y la muerte, como también el detenerse o de continuar. Quedaba claro que uno está ahí por propia voluntad y era el momento para reflexionar sobre sus intereses personales, sus conveniencias o la verdadera razón por la cual ha solicitado su ingreso a la orden.
Los elementos ahora, están un poco más claros, Los granos de trigo, son semillas que tiene un potencial de desarrollo y crecimiento, recubierto de una cascara que representa nuestro propia capacidad limitada de pensamiento en el mundo profano, la cual con esfuerzo y perseverancia debe lograr su camino hacia la luz, la vida.
El agua y el pan,los elementos necesarios e indispensables para el crecimiento, desarrollo del entendimiento, de otra manera simboliza la sencillez y humildad, siendo estos elementos los justos y necesarios moralmente para vivir.
Los huesos, la calavera, son elementos que inevitablemente son los primeros al que a uno le llama la atención, junto con la luz de la vela y las paredes oscuras, deja comprender de la oscuridad en la que uno se encuentra, de lo importante de comprender que la muerte es el inicio del fin de tu pasado profano, para poder nacer nuevamente basados en los futuros conocimientos que serán adquiridos.
El azufre, la sal,el mercurio. Elementos que como la sal es esa fuerza, energía hacia la reflexión, el azufre, como el efecto de la atracción, entendimiento y asimilación. El mercurio que junto con la interacción de los anteriores elementos nos indica la sabiduría adquirida por el proceso del pensamiento, indispensable para poder percibir la verdadera luz.
Camino al templo, uno se encuentra despojado de sus valores y además en una condición llamada el triángulo de la desnudez, en primero lugar con el pecho izquierdo desnudo, lo que personalmente lo hace sentir vulnerable no solo físicamente sino moralmente, simbólicamente representa el desapego del orgullo intelectual necesario para lograr el entendimiento. También la rodilla derecha desnuda, también el pie izquierdo y con los ojos vendados, para nosotros como iniciados, nos hace sentir la humildad con la que  te acercas al templo.
Después de los golpes desordenados que se me hizo realizar, mi guía interior, como referencia a la vida profana que me encuentro, dijo literalmente: “Es un profano deseoso de conocer la luz verdadera de la masonería, que solicita humildemente por haber nacido libre y de buena costumbres”, aquellas palabras te hace sentir un profundo orgullo, honor y entusiasmo de que es el camino correcto, que junto con la sensación de una punta de espada al ingresar, te demuestra la seriedad y profundidad de la orden.
Luego de un interrogatorio para comprobar el entendimiento de la virtud y los vicios, su importancia que depende el progreso de todo masón, Se da inicio a los tan importantes viajes
El primer viaje, es de mis experiencias simbólicas en la iniciación más relevantes, puesto que no solo por las sensaciones, los ruidos, las palabras y los obstáculos aparentes, en la más profunda oscuridad, sino por la representación y lo profundo de su significado en la vida misma, una etapa y proceso inevitable en la vida cotidiana y en el camino trazado de la masonería hacia la verdad.
En el segundo viaje, el ruido de las espadas, la luchas representadas contra sus propios hábitos, vicios en busca del objetivo de la transformación individual hacia el entendimiento y la sabiduría. La prueba del agua, el remojo de mis manos, como indicación de la purificación de la mente y sus errores.
El tercer viaje, se realiza en una tranquilidad absoluta y placentera, la facilidad de este viaje es simbolizado por el dominio de uno mismo y la paz interior, estando listo para la prueba con el fuego, que son en esencia la Verdad, el poder y la Virtud.
El cáliz, con esa bebida dulce inconfundible, nos representa lo bueno de la vida que debe ser tomada y saboreada con moderación y humildad, en su contrapartida, la bebida se vuelve amarga en más cantidad y tiene que ser tomada hasta la última gota, representa las desilusiones de la vida que no pueden ser evitadas en la realidad exterior.
Los propósitos y juramentos del masón, serán representados con la simbólica derramada de la sangre, es un ritual en la iniciación relevante y poderoso que indica lo comprometidos en cuerpo, alma y espíritu con nuestra orden, que estamos dispuestos a conceder hasta la última gota de sangre de nuestros cuerpos en favor de nuestros ideales masónicos, con nuestros deberes y responsabilidades, las mismas que son permanentes.
Por ultimo en la oscuridad, con los ojos vendados, la experiencia más inesperada y más impactante por los sentidos, la marca con fuego del masón, esas Las llamas recibidas en la iniciación, son un recordatorio permanente, para con paso firme y seguro, sea capaz de luchar contra cualquier influencia o luchas externas en la búsqueda de la verdad.
Llegado el momento,la experiencia más satisfactoria e inolvidable, fue el de recibir simbólicamente la luz, cuando las vendas fueron removidas de los ojos y finalmente, los sentidos estaban completos, espadas apuntando al pecho, mis nuevos hermanos presentes, el templo, el ara, mi guía interior fueron revelados por primera vez, en una ceremonia solemne que indicaba que mi vida de profana había llegado a su fin.
Luego de recuperar mi vestimenta, fui entendido sobre mis primeros deberes y responsabilidades como masón, el saludo, la batería, los pasos del aprendiz, la entrega de los libros, los guantes y el mandil.
Mi carrera como masón ha empezado, lo que puedo decir para terminar es que nunca antes me había sentido tan aprendiz como ahora, la cantidad de sabiduría y conocimientos que están por ser revelados puede ser infinita.
He cumplido.

Presentado el 14 de Marzo de 2014 e:. v:.
En la Ben:. R:. L:. S:. W. A. Mozart N° 9