VIRTUD
El presente
tema ha sido escogido para explorarlo en singular, ya que nos permite estudiar
o abordarlo en concordancia con el uso y presencia de este vocablo en nuestros
rituales y en nuestra doctrina francmasónica. También, porque definir o
entender el enunciado de las virtudes, es más fácil por la calificación o significado
propio de cada virtud, en comparación con lo enunciado en singular, simplemente
Virtud.
Veamos
algunas citas de nuestro ritual de Aprendiz: “…Trabajar constantemente a fin de
conseguir una educación virtuosa… “. “…Encaminemos siempre por la senda de la
virtud…”. “…enardece sus corazones con el fuego de la virtud y el amor… “.
Ahora vais a dejar este recinto consagrado a la amistad y a la virtud…”. “¡Grande Arquitecto del Universo, fuente
fecunda e inmortal de felicidad, de luz y de virtud! “.
La palabra “Virtud”
proviene del latín “virtus”, y al igual que su equivalente griego: “areté”, significa cualidad
excelente de las cosas o personas para realizar sus funciones.
El término
griego que traducimos por 'virtud' es ARETÉ, que significa la
excelencia de una cosa. Todo tiene su Areté, su virtud, determinable atendiendo
al TELOS – fin natural. Según Aristóteles los seres y las cosas poseen un
fin natural que explica su comportamiento, fin o función que debe realizar
cada cosa.
Como virtud se denomina la cualidad
humana de quien se caracteriza por obrar bien y correctamente. Como tal, es una
cualidad moral considerada buena. Asimismo, puede referirse a la eficacia de
ciertas cosas para producir determinados efectos.
De este
modo podemos entender por virtud la disposición habitual para hacer el bien. "El camino de la Virtud".
Ingresando
por el sendero de la historia referido a la comprensión o entendimiento de ese
concepto encontramos en la Grecia Antigua, aproximadamente cinco siglos antes
de la era común, pensadores y filósofos que se ocuparon de significar la
connotación de la palabra virtud.
Uno de los
primeros fue Sócrates (470 a.c.) considerado el padre de la Ética, pues
introduce el término moral - intelectual ARETÉ, afirmando que se puede definir
y mostrar a los demás. Para el la virtud es la disposición última y radical del
hombre, aquello para lo cual ha nacido, y esa virtud es el conocimiento. La virtud consiste en el conocimiento
y el mal único que es la ignorancia, sólo obedece a un error o desviación del
alma.
Sócrates,
aplica el término areté al ser humano en general, al hombre en
cuanto tal. Areté es, para Sócrates, aquello en lo que el ser
humano encuentra su perfección o su excelencia en el sentido
moral de ambos términos.
Sócrates
concibe al hombre como un ser dotado de un alma capaz de pensar y
de razonar, y encuentra que esta capacidad es lo que más
esencialmente define al hombre. Concluye que la excelencia o areté de
éste habrá de consistir en el ejercicio de dicha capacidad orientada a la
adquisición de saber y conocimiento. “El mejor hombre, el hombre bueno,
el que está a la altura de su perfección y de su condición humana, es el hombre
sabio”.
Según
Sócrates el conocimiento es condición necesaria y suficiente para
obrar con rectitud o virtuosamente, mientras que el mal es producto de la
ignorancia.
Para Arístocles
de Atenas, más conocido como Platón (427 a.c) discípulo de Sócrates, su principal
objetivo fue el de alcanzar un orden de justicia en la ciudad. Funda una
escuela llamada la Academia, lugar en donde se dedica a transmitir sus
conocimientos; sus obras son llamadas Apólogos - enseñanza o consejo moral.
Platón propone o plantea la ruptura de la realidad en dos mundos: el de las cosas
sensibles, el más predominante – el mundo objetivo- en los seres humanos; y,
el mundo de las ideas que es el verdadero y el pleno ser.
Platón se
aferró a la idea de que la virtud es conocimiento y es enseñable,
por esta razón la educación adquiere importancia relevante en su pensamiento.
En La República, considera Platón cuatro virtudes principales o cardinales: la
sabiduría, el coraje o fortaleza, la templanza y la justicia.
Platón en su
diálogo “Fedón”, dice que el hombre virtuoso es aquel que purifica su
alma de las pasiones y desórdenes del cuerpo para volverse hacia el mundo de
las Ideas, lo único capaz de realizar humanamente al hombre.
Entre tanto,
Aristóteles (384 a.c.) el polímata (el que sabe muchas cosas) a respecto
de la virtud advierte que no somos solo razón, por lo que debemos dar al mismo
tiempo cierta satisfacción a las necesidades corporales y las demandas del alma.
Señala que para llevar una vida racional es necesario aprender a administrar
convenientemente nuestros deseos y nuestras pasiones, dándoles una satisfacción
“justa” y equilibrada.
En lo
concerniente a las demandas del alma, nuestra parte racional debe encontrar un
equilibrio, que consista en determinar un punto medio entre el exceso y el
defecto. Frente a la cobardía y la
temeridad, hemos de actuar con valentía; frente al despilfarro y la tacañería,
hemos de hacerlo con generosidad; frente a la desvergüenza y la timidez, con
modestia; frente a la adulación y la mezquindad, con gentileza; et cetera.
Aristóteles identifica "virtud" (areté) con el
"hábito" (héksis) de actuar según el "justo término
medio" entre dos actitudes extremas, a las cuales denomina
"vicios". De este modo, decimos que el hombre es virtuoso cuando
su voluntad ha adquirido el "hábito" de actuar
"rectamente", de acuerdo con un "justo término medio" que
evite tanto el exceso como el defecto. La actuación de acuerdo con el
"justo término medio" o conforme a la "virtud" requiere de
un cierto tipo de sabiduría práctica a la que Aristóteles
llama (phrónesis) "prudencia". Sin ésta, nuestra actuación se
verá abocada irremisiblemente al exceso o al defecto o, lo que es igual, al
"vicio". También para Aristóteles la sabiduría está en la base
del comportamiento virtuoso.
Para
Aristóteles, lo mismo que para Sócrates y Platón, la conducta moral tiene su
fuente última en el uso (práctico) de la razón.
La propuesta
de los filósofos griegos antes mencionados en cuanto al concepto de la virtud
en el hombre, se asemeja muchísimo a lo que se menciona o se destaca en
nuestros rituales y en nuestra doctrina francmasónica al referirse o considerar
términos como: adquisición de conocimiento, uso de la razón, búsqueda de
armonía y de equilibrio, actuar rectamente, evitar excesos, prudencia, vencer
pasiones, eliminar vicios; inter alia (entre otros).
Una breve
cita sobre lo que el cristianismo enseña sobre la virtud. La califica como
hábito de obrar bien, independientemente de los preceptos de la ley, por solo
la bondad de la acción y conformidad con la razón natural. El
cristianismo enseña que las
virtudes son siete (7). Cuatro cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y
templanza, que se complementan con las 3 virtudes teologales, que son la fe, la
esperanza y la caridad.
A guisa de
conclusión, muy personal, la virtud deviene de la conjunción de la razón o discernimiento,
del conocimiento – ciencia- y de la inspiración del Alma, siendo las
virtudes las encargadas de provocar la acción, mejorando el hacer y, por tanto,
el Ser.
Lima, 7 de febrero del 2023
V:.M:. Alfredo Rondon Castro
B:.R:.L:.S:. Delfos No. 3, Jurisdiccionada a la
Serenísima Gran Logia Nacional del Rito E:.A:.A:. del Perú
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