En cumplimento de mis funciones
como Gran Orador cumplo con vuestro encargo S:.G:.M:. en esta importante fecha
en que conmemoramos el Centésimo Segundo aniversario de la declaración de
independencia de nuestra Patria. Preparando el presente discurso, lo primero
que se me vino a la mente, es hacer un relato histórico sobre los hechos que
originaron la independencia del Perú y por consiguiente la de América del Sur.
Esta idea significaba relatar los pormenores, así como las intervenciones de
cada uno de los distintos patriotas que de una u otra forma fueron los
artífices de la independencia sudamericana, hechos que estoy seguro que los
miembros de esta asamblea conocen y que estoy igualmente seguro ha sido tratado
por excelentes historiadores e investigadores sociales.
Entonces, cual es el mensaje y
cuales son los conceptos y el espíritu o la visión de nuestros libertadores;
más aún que participaron en esa época, distinguidos Hermanos Masones, que solo
pretendieron dejar a las nuevas generaciones un concepto de libertad, igualdad
y fraternidad que cambie sus formas de pensar y también sus vidas. Para poder
concatenar el tema, finalmente, me percaté que para hablar de un legado
histórico, no podemos dejar de tocar la historia y principalmente en este
Templo Masónico y de los Hermanos masones que de una u otra forma fueron los
artífices de la Independencia Suramericana. Es importante conocer que, la
masonería americana, aporto hombres modernos, cultos y progresistas en la gesta
trascendental en el siglo 18 y 19 en América, larga es la lista de preclaros
caballeros que alzaron sus espadas por el amor al suelo que los vio nacer. Ante
esta realidad, fueron perseguirlos por sus ideas y acciones, tildándolos con
todos los improperios conocidos, pero aun así los masones de América, no
desmayaron y siguieron su camino hasta la victoria que fue la LIBERTAD TOTAL DE
LAS AMERICAS. Muchos peruanos, a los 202 años de la declaración su
independencia, desconocen de ilustres hermanos Masones que participaron
activamente en ésta gesta, por lo que me permito mencionar algunos: José de la
Riva Agüero, Bernardo de Monteagudo, Toribio Rodríguez de Mendoza, Mariano José
de Arce, Hipólito Unanue, Andrés de Santa Cruz, José Faustino Sánchez Carrión,
Francisco Javier Mariátegui, Francisco Javier de Luna Pizarro, Bartolomé de la
Hera, Mariano Necochea y sigue una extensa lista de ilustres masones peruanos
que lucharon a favor nuestra independencia. A nivel continental está Don
Sebastián Francisco de Miranda, "Libertador de libertadores", a quien
se le debe la Independencia Continental. Un inicial acuerdo del proyecto de Miranda
fue conocido como Acta de Paris, y fue firmado por un grupo de revolucionarios
americanos del sur, Pablo Olavide, el peruano José del Pozo y Sucre y el
chileno Manuel José de Salas. Ese primer acuerdo de libertad e independencia
encerraba todo un cúmulo de ideas y principios que ya venían madurándose desde
hacía muchos años y esa Acta de Paris como pretendida materialización, sería
presentada a todos los pueblos hispanoamericanos estableciéndose como juramento
cotidiano con la mano derecha sobre la biblia, la siguiente sentencia:
"Nunca reconoceremos por gobierno legítimo de nuestra patria, sino aquel
que sea elegido por la libre y espontánea voluntad del pueblo" La gesta
libertaria está plasmadas en las páginas épicas de la historia, las célebres Logias
La Gran Reunión Americana" cuyas columnas fueron levantadas en Londres: la
muy combativa 'Logia de Lautaro en Cádiz" y luego una cadena de Logias
conocidas como Lautarianas originadas todas ellas de esa Madre o Gran Logia de
Cádiz que nacieron en toda América Latina, alimentadas por masones ya
convertidos en auténticos Maestros egresados de esos centros, que como
Estrellas que irradiaron luz y libertad a todo el nuevo mundo. Esta es la
historia ajustada sobre lo que los masones libertarios de América legaron,
sobre ello hagamos unas reflexiones ante este magno evento, desde un punto de
vista muy pragmático válido, para cualquier circunstancia histórica posterior
al 28 de julio de 1821, en el contexto social global que nos toca vivir
actualmente.
1.- Quienes fueron los
personajes.
2.- Cual fue el común denominador
de nuestros libertadores.
En Latinoamérica podemos
mencionar a los siguientes: Don Simón Bolívar y don José de San Martín, cuya
famosa entrevista de Guayaquil entre 26 y 27 de Julio 1822 supuso uno de los
momentos clave del proceso emancipador americano. Otros libertadores destacados
fueron Francisco de Miranda y Antonio José de Sucre en Venezuela, Francisco de
Paula Santander y Antonio Nariño en Colombia, José María Morelos y Miguel
Hidalgo en México, Manuel Belgrano y Martín Miguel de Güemes en Argentina, José
Gervasio Artigas y Juan Antonio Lavalleja en Uruguay, Bernardo O'Higgins y José
Miguel Carrera en Chile, Fulgencio Yegros y Gaspar Rodríguez de Francia en
Paraguay, Túpac Katari, Manuel Ascencio Padilla y su esposa Juana Azurduy en
Bolivia, Túpac Amaru II, Francisco Antonio de Zela y Andrés de Santa Cruz en
Perú, José Bonifacio en Brasil, Juan Pablo Duarte en República Dominicana,
Francisco Morazán en Centroamérica y Carlos Manuel de Céspedes y José Martí en
Cuba. Todos estos personajes tenían conceptos y sentimientos muy claros de lo
que significaba la palabra libertad, bajo la acepción de la capacidad que posee
el ser humano para poder obrar según su propia voluntad, a lo largo de su vida
y por tanto responder por sus actos, este concepto es importante y obviamente
estaba asociado a dos importantes conceptos también, como son igualdad y
justicia. La igualdad, en un país como el Perú no es otra forma que igualdad de
oportunidades, que propugna que un sistema es socialmente justo cuando todas
las personas potencialmente iguales tienen básicamente las mismas posibilidades
de acceder al bienestar social y poseen los mismos derechos políticos y
civiles. La Justicia es aquello que en cuya protección puede florecer la
ciencia, y junto con la ciencia, la verdad y la sinceridad. Es la Justicia de
la libertad, la justicia de la paz, la justicia de la democracia, la justicia
de la tolerancia, por tanto la justicia para los hombres por igual. Bajo esto
elementales conceptos traer a la memoria colectiva el sentido de estas fiestas
cívicas, y remontarnos más doscientos años atrás e intentar comprender los
ideales políticos que inspiraban a los peruanos de entonces, los precursores y
los actores de la Independencia del Perú, en los cuales primaba el espíritu de
la Ilustración del siglo de las luces, buscando para todos los ciudadanos el
reconocimiento de su dignidad como seres humanos y el abandono de la minoría de
edad de la razón, que consista para el espíritu ilustrado, en la capacidad de
pensar por sí mismos, operada en el hombre por la educación y la autonomía,
vale decir, cultos e independientes. Ahí está el caso de tantos nombres
ilustres como el de Hipólito Unanue. Solo quiero hacer notar que todos ellos se
inspiraron en el ideal ilustrado queriendo hacerlo realidad en el Perú.
Pensaban en el futuro, que sería el mejor legado que podrían dejarnos a las
generaciones sucesivas. En estos más de doscientos años transcurridos, la
visión de la vida y esos ideales ilustrados han evolucionado, con rapidez
vertiginosa, diría yo, en las últimas décadas del siglo XX. Los principios
éticos del honor, la justicia, la magnanimidad, el bien común, la valentía, la
honestidad, la veracidad, parecieran haber sido sustituidos en la vida pública
y en la privada por otros móviles y fines para la acción y la vida humana.
Ideologías nacidas en un clima agnóstico e individualista han persuadido a
muchos que la utilidad y el interés son los móviles válidos para el hombre moderno.
Asimismo, esos fines justificarían los medios. Y así, persuadidos de la
sentencia HOBBESIANA de que el hombre es un lobo para el hombre, se ha hecho un
pacto social en muchos lugares para sobrevivir democráticamente, buscando a la
vez con ferocidad el éxito o el interés personal a ultranza. Si nuestros
antepasados tenían claros sus ideales políticos y los valores morales que los
inspiraban, hoy tenemos la imperiosa necesidad de aclarar la visión ética de la
vida y la real naturaleza del existir humano. Todo ello es urgente tanto para
el ámbito político, como para el familiar y el social. No es cierto que el
valor supremo para el hombre sea el dinero o el poder, o ambos; ni tampoco que
la relativa felicidad de la vida temporal se encuentre en los bienes materiales,
en un hedonismo egocéntrico y desenfrenado. No es cierto. Todo lo contrario. Es
un grueso error antropológico, experimentado siglos atrás por tantísimos
pueblos y civilizaciones. Es más, dichos móviles son la expresión de una
profunda crisis moral en las sociedades que los ostentan. Solo se logra superar
esas crisis de valores con energía moral. Los ciudadanos, hoy día hemos de
invertir en nosotros mismos y principalmente en la educación de los demás,
especialmente de la juventud, en energía moral para poder construir así, con
valentía el propio espacio familiar y social, sin falsos determinismos ni
cómodos abstencionismos. Por algo somos libres como nos lo recuerda nuestro
Himno Nacional y ojala seámoslo siempre, pero no solo con autonomía política y
jurídica, sino libres con libertad moral. Ser libres moralmente, requiere, como
es bien sabido, un compromiso serio con los principios del código ético para el
obrar humano. Conmemoraciones como las Fiestas Patrias, con tantos ejemplos
heroicos de virtudes, son una oportunidad para estimular ese compromiso.
Asimismo, al experimentar con viveza las raíces comunes que nos unen como
peruanos y al contemplar una vez más nuestra historia - de la cual tanto
podemos aprender y sentirnos orgullosos- es ocasión para llenarnos de esperanza
en el mañana. Debemos estar, a la altura moral que las circunstancias actuales
nos demandan y hemos de fomentar alrededor nuestro el optimismo, dándonos
cuenta, una vez más, que poseemos un riquísimo legado cultural, histórico,
fuente de muchas riquezas. Vivimos, asimismo, en una nación con extraordinario
potencial natural sin explotar aún. Poseemos un capital humano con enorme
energía por su composición juvenil, requerida de educación y oportunidades de
trabajo. Constituimos una nación, noble y digna, que exige de nosotros el
empeño por impulsar el cambio social y el desarrollo económico, objetivos
comunes que deben unirnos a todos los peruanos hoy y mañana, sin distinción de
credos políticos. Debemos pues, ser tolerantes bajo cualquier circunstancia y
debemos aprender que cada uno de nosotros ocupa un espacio en nuestro querido
Perú y que hemos de mostrar al mundo con orgullo. Este es el legado que debe
dejar nuestra generación a las generaciones futuras, de tal forma que se cumpla
lo que nos dejaron nuestros libertadores.
R:.H:. RAMON BRINGAS VARGAS
GRAN ORADOR
Reseña bibliográfica: Compilación de discursos y escritos de
Ricardo Palma.